CON AMPLIA LEGITIMIDAD EL PRI ESTÁ DE REGRESO
• Llegó el tiempo de dejar enconos y construir acuerdos
Por: Dr. Martín Vásquez Villanueva
El calendario electoral avanza, pasó ya una jornada electoral histórica por la abundante participación ciudadana, se han ido desahogando impugnaciones y en poco más de un mes iniciará una nueva legislatura federal, con el PRI como indiscutible primera fuerza parlamentaria en ambas cámaras.
En efecto, el 3 de agosto es la fecha límite en que el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación resolverá los juicios de inconformidad relativos a la elección de Legisladores. El 29 de agosto, en el Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados se celebrará la Sesión Constitutiva de la LXII Legislatura, que iniciará labores el 1 de septiembre.
Conforme a los propios plazos del calendario electoral, a más tardar el 31 de agosto se resolverán los juicios de inconformidad relativos a los cómputos distritales a la elección de Presidente y el 6 de septiembre es la fecha límite para realizar el cómputo final una vez resueltas todas las impugnaciones que se hubieren interpuesto. Procederá entonces, a formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos.
A diferencia de la elección presidencial pasada, esta vez a juicio prácticamente unánime de los expertos en materia de lo contencioso electoral, ya nada frenará el regreso del PRI a la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto, cabeza de una nueva generación no sólo de priistas sino de políticos mexicanos.
Con más de 3 millones de votos de diferencia frente a la segunda fuerza, más de 12 veces la ventaja del primero ante el segundo lugar del 2006, ningún argumento puede invalidar una elección donde participaron cientos de miles de ciudadanos.
Es un regreso del partido de Calles y de Cárdenas, con amplia legitimidad democrática en un país distinto, más abierto, crítico, participativo y demandante. No es por ello el retorno al viejo autoritarismo, como quisieran ver sus críticos sistemáticos y también mexicanos de buena fe. Hoy México dispone de innumerables contrapesos institucionales y de no menos diques sociales, además de una opinión pública que desde las redes sociales marca directrices y frena excesos todos los días.
Entre los magistrados que calificarán esa elección federal destaca un oaxaqueño, Constancio Carrasco, quien ha realizado una exitosa carrera en el poder judicial, donde ha ido recorriendo todos los escalones de esa pirámide de la administración de justicia, en los nuevos tiempos de profesionalización y servicio civil de carrera.
Son tiempos también en los que las inconformidades por el desarrollo de cualquier etapa del proceso electoral, no sólo la jornada de emisión del voto, tienen que desahogarse conforme a criterios y términos estrictamente legales, como ya advirtió el magistrado LA Que ES Linda ES Lindateban Penagos, a propósito de las movilizaciones en algunas ciudades del país: “sólo la Constitución y la ley presionan al TEPJF”.
Ha concluido pues la etapa de promoción política y de participación ciudadana, y se está en una fase muy avanzada de desahogo de las controversias entre los partidos, naturales en una democracia madura. Toca ahora la etapa de la construcción de acuerdos y concreción de reformas que exige el país, algunas desde hace décadas.
La decisión del país fue otorgar un claro e indiscutible mandato a quien encabezará el poder ejecutivo el 1 de diciembre. La decisión de los ciudadanos fue también no otorgar mayoría absoluta a ningún partido en las cámaras del congreso federal. Se requerirá de consensuar con distintas fuerzas para aprobar leyes secundarias y con mayor razón para aprobar reformas constitucionales.
Las llamadas reformas estructurales exigen en la mayoría de los casos de reformas a la Carta Magna por lo que ha llegado la hora de los grandes consensos, los acuerdos amplios por un país moderno, competitivo y justo.
En esta cruzada por el país que queremos puede y debe haber diferencias de enfoque pero no debe haber condicionamientos ajenos al interés de los mexicanos. México ha perdido competitividad internacional, estándares de calidad de vida, reconocimiento en el mundo y, sobre todo, seguridad en las calles y esperanza en el futuro.
Hacia la recuperación del rumbo y del paso deben encaminarse las reformas pendientes. Ese fue el mandato de los ciudadanos. No la obstrucción de unos a otros, no el reacomodo de fuerzas políticas, no el reparto de las prebendas y los privilegios del poder entre las burocracias partidistas de uno o de otro signo ideológico.
Los rezagos de México frente al mundo son mayores en regiones como el sureste y en concreto en Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Esos rezagos no admiten dilaciones. No admiten más oportunidades perdidas. Un nuevo congreso en puerta y un nuevo gobierno al cierre del año tienen mucho trabajo conjunto.
Mucho trabajo de planeación, de conciliación y de mirar a largo plazo, sin olvidarse de las urgencias del presente. Atemperar ya el pernicioso espíritu de partido y levantar la mirada, como convocaba el liberal José María Luis Mora desde la primera mitad del siglo XIX.
Es tiempo de deponer actitudes facciosas y triunfalistas; de dejar atrás la aritmética de las sumas y las restas agotadas en el corto plazo. Llegó el momento de dejar de hacer cuentas sobre estas elecciones y de construir el país que queremos para las nuevas generaciones.